John trato de incorporarse pero apenas tenía fuerzas. Por los cristales rotos de las ventanas, vio que estaban en la selva. A su lado yacía el cuerpo inerte de su compañero. “Lo siento Alan, tenía que haber sido yo, a mí no me espera nadie y yo no espero nada.”
Miró hacia el equipo de rescate que manipulaba con cuidado la caja negra. Habían dado por supuesto que estaban todos muertos.
—¡No! ¡No abráis la negra! ¡Dejad que al menos pueda besarla! –trató de gritar pero tan sólo logró consumir la poca energía que le quedaba.
—Ha sido el piloto. ¡Está vivo! —Los chicos del equipo de rescate intercambiaron una mirada y fijaron la vista en la extraña caja blanca. Uno de ellos corrió hacia el piloto, con una mano le levanto ligeramente la cabeza.
—Tranquilo, ya estamos aquí, te llevaremos a casa ¿qué ocurre? ¿qué hay en la caja blanca? ¿por que no podemos abrir la caja negra?
No obtuvo respuesta. John tan sólo pudo girar ligeramente la cabeza hacia Alan, no tenía fuerza para hablar. El rescatador miró a su compañero preguntándole con la mirada: ¿la blanca o la negra? Su compañero alzó las cejas y resopló, volvió a inclinarse sobre el amasijo de hierros y unos minutos después unas voces lejanas rompieron el silencio de la selva. Atentos escucharon lo que había recogido
la caja negra: ... «Alan, ¿y que vas a hacer cuando lleguemos.» «Llamaré a Maggie, la invitaré a cenar, bailaremos en un jardín alumbrado con velas, pediré a los músicos que toquen el Fly me to the Moon y la abrazaré y la besaré como no la han besado nunca.» «Esa chica, ¿te gusta eh?» «Creo que la quiero...¿Qué ha sido eso?. John que está pasando, ¿perdemos altura?» «¡No responde!, ¡hemos perdido el control!...»La grabación seguía con una explosión y los gritos despavoridos de los pilotos. A John se le llenaron los ojos de lágrimas habían abierto la caja de la ida. Alan nunca podría besar a Maggie. El rescatador que estaba junto a él le tomo la mano.
—Ánimo chico, te sacaremos de aquí y te pondrás bien.
...
la caja blanca.
La grabación seguía con una explosión y los gritos despavoridos de los pilotos. A John se le llenaron los ojos de lágrimas habían abierto la caja de la vuelta. Maggie nunca podría olvidar el beso de Alan. El rescatador que estaba junto a él le tomo la mano.
—Ánimo chico, te sacaremos de aquí y te pondrás bien.