06 January, 2012

6/1/12 UNA SORPRESA POR DESCUBRIR


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Ayer cuando llegaba a casa me encontré con cinco personajes que salían de la portería. Eran cinco. Los reconocí enseguida por que todavía iban  vestidos con sus lujosos uniformes de trabajoy por que había tres que parecían liderar el grupo. Les costo salir. Hacía un viento horrible y había que aguantar la puerta con fuerza para que no se cerrara. Los dos que parecían subordinados ayudaban, pero no era fácil, el viento insistía en cerrar la puerta y en enredar las capa y las barbas de unos con los otros. Dos llevaban corona y uno, negro, un turbante que se sostenía con una mano mientras con la otra, como los otros agarraba la capa como si fuera a arrancar a bailar sevillanas. Inconfundibles.
Me acerqué. La mitad inferior de mi cara creo que sonreía pero seguramente en la  mitad superior, la expresión debía ser de curiosidad. Seguramente se me marcaban esas tres rayas verticales del entrecejo que hace ya unos años dejaron de ser marcas de expresión para ser dignas candidatas a un chute de bótox.
-¡Hola! ¿Ya os vais? Subid y tomaos una copa.
-¡No, no! Gracias. Es tarde y vamos ¡muy liados! Tu como si no nos hubieras visto – dijo el de la barba blanca. La capa insistía en taparle la cara.
-Pero…es que…¡tenemos que hablar! Hace años que espero este momento.- Al oír esto, los dos subordinados, que llevaban blusones y bombachos de raso que se les pegaban al musculoso cuerpo parecieron tratar de esfumarse. En cambio los de las coronas y el del turbante estallaron a reír a carcajadas.
-Ai, pequeña, nosotros ya lo sabemos todo, no hay nada que hablar.-dijo el de la barba roja que marcaba mucho las erres.
-¡Pero yo no! Y hay cosas que no entiendo y me gustaría comentarlas. Venga, una copita rápida.
-Hoy no, mi amol, de veldaz – me sorprendió el acento. No se por que al negro le hubiera puesto un acento africano, por el turbante supongo. El de la barba blanca volvió a tomar la palabra.
-No hay nada que comentar no hoy ni otro día. No aceptamos reclamaciones ni damos explicaciones. Lo que hay es lo que hay. Y ahora nos vamos, que con este viento  y estas capas se nos va a enredar la noche.
-Pero …al menos ¿habréis entrado en mi casa?, el primero B-Los tres volvieron a reírse a carcajadas. Yo no encontraba la gracia, es más me estaba costando mucho disimular el cabreo.
-Solo entramos en casas en que los niños están durmiendo.
-¡Pero si solo son las 12! y que coño, yo no soy una niña!-ui, se me había escapado una palabrota,¿ me penalizaría aun más? ¿contaba ya para el año que viene? Ellos simplemente se pusieron a reír, recogieron sus capas y hicieron una señal a los de los bombachos.
-Buenas noches,
- ¡Un momento! ¿os puedo hacer una foto para el Facebook?. –los de los bombachos pusieron unos ojos como platos, los jefes, carcajadas otra vez.
-Ni se te ocurra decir que nos has visto –carcajadas.
-Vale, pero…¿me habeís dejado algo o no? – más carcajadas. Parecía que se les saltaban las lágrimas. Me estaban vacilando, estaba claro y Yo ya me estaba mosqueando, ¿me estaban tomando el pelo? Hace ya años que parecían haberse olvidado de mi, hacían menos caso a mis cartas que yo al spam del viagra y ¿encima recochineo?. Por mi cabeza pasaba organizar una campaña de desprestigio, en mi Facebook tengo un par que ponen “me gusta” a todo, eso es un principio. Pero ellos, no parecían estar leyendo mi mente en ese momento o al menos lo disimulaban y seguían alejándose contra el viento, tratando de aguantar capas, barbas y turbantes entre carcajadas y felices años buenos y pórtate bien que lo sabemos todos.
Yo seguía ahí, tratando de evitar que la puerta diera un portazo.
-Joder estoy flipando. Primero Undangarin y ahora estos.- pero uno de los de bombachos se giró y me guiñó el ojo con una sonrisa picarona. Como los pajes tienen fama de eunucos, ni se me pasó por la cabeza que me tirara la caña, así que, subí a casa corriendo. Miré debajo del árbol, nada, miré en el balcón, nada, miré debajo de la cama, nada. Impaciente y algo mosca miré también en el microondas, en la caja de costura, en el botiquín, en los cajones, en el relleno de los cojines, en mi monedero, en el bidet, debajo de la cama, en los bolsillos de toda la ropa del armario, ¡nada!
Sigo buscando, se que hay algo, no se ni qué ni donde, pero me da igual, desde pequeña, siempre pido “algo de sorpresa”.
PD- Por supuesto, me ha tocado la fava, pero esa  no es la sorpresa.

2 comments:

pazzos said...

No has buscado en el espejo. Si te miras y en el fondo de tus pupilas encuentras un brillo especial ese es el regalo. Se llama Vida.
Y ahora es tiempo de jugar.

eSadElBlOg said...

ohh que buen comentario! :) has arreglado el post :)

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