Baja la ventana del coche, le da al Play. Primera. Segunda. Tercera. Cuarta. Y quinta. El coche solo tiene cinco marchas. Se pregunta sin con la Sexta sería más fácil. Atrás quedan recuerdos olvidados, tiempos pasados que se arrastran de cansancio. Enciende un cigarrillo. Passa bajo un panel luminoso “Dessitjem que tornis”. Piensa que desea no volver. Abre el cenicero. Lleno de colillas. La mitad manchadas de carmin. Del mismo carmín que lo besaba con cuídado de no mancharlo. Sale de la autopista a la primera oportunidad. Un área de autopista de tonos naranjas. Aparca bajo una uralita y un sol pesado. Vacía el cenicero en una papelera. Abre el maletero y se asegura que está vacío. Que no ha cargado nada. Sube al coche. Primera. Segunda. Tercera. Cuarta. Y quinta. Látima no tener Seís marchas. Le apetece. Baja la ventana. Un ruído atronador no le deja escuchar el eco que le persigue.
300 Km en quinta. Baja la radio y sube la ventana. Bien parece que ya no lleva a nadie al rebufo. Sale de la autopista. A la izquierda. Toma todos los desvíos a la izquierda. Nunca a la derecha. La derecha no va a ninguna parte. Tiene sed. Se detiene en el primer pueblo que encuentra. Un pueblo de carretera secundaria. Apenas una calle. En un extremo un cartel de coca-cola. En el otro uno de San Miguel. Siente la llamada del Santo. Tras la barra un señor mayor, muy gastado y una cafetera. A los pies de la barra una capa de servilletas de bar arrugadas, huesos de aceituna y colillas. Observa que ninguna tiene restos de carmín y que en la zona parece que se fuma mucho tabaco negro. Pide una cerveza. Saca el móvil del bolsillo para comprobar que no tiene ningún mensaje ni ninguna llamada perdida. Comprueba su lista de teléfonos varias veces y se detiene en el de siempre.
3.00 en el quinto. Baja la voz de la tele y se asoma a la ventana. Los mismos coches aparcados. Mira hacía la izquierda. Siempre a la izqierda. A la derecha solo un muro de ladrillo con unas pintadas fascistas. Tiene sed. Abre la nevera. Duda entre una coca-cola o una cerveza. Coge una cerveza. Saca el móvil del bolso para comprobar que no tiene ningún mensaje ni ninguna llamada perdida. Comprueba su lista de teléfonos varias veces y se detiene en el de siempre.
6 comments:
Tanta velocidad y volvemos siempre al mismo sitio...
¡Que se llamen ya, por dios!
El tercero, soy el tercero. O sea que a mi no me llamarás. Yo meto la primera, segunda, tercera, cuarta, quinta y después de 10 minutos tengo que cambiar la rueda porque pinché :)
Todos esperando...pensando y esperando...pero ninguno da el primer paso...como dice Mandarina...
La sexta es la vencida.
O la vencedora.
Deliciosa historia.
A.-
Vidas paralelas. O para-lelas, no sé. ;)
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