06 April, 2007

SIMETRIAS

Baja la ventana del coche, le da al Play. Primera. Segunda. Tercera. Cuarta. Y quinta. El coche solo tiene cinco marchas. Se pregunta sin con la Sexta sería más fácil. Atrás quedan recuerdos olvidados, tiempos pasados que se arrastran de cansancio. Enciende un cigarrillo. Passa bajo un panel luminoso “Dessitjem que tornis”. Piensa que desea no volver. Abre el cenicero. Lleno de colillas. La mitad manchadas de carmin. Del mismo carmín que lo besaba con cuídado de no mancharlo. Sale de la autopista a la primera oportunidad. Un área de autopista de tonos naranjas. Aparca bajo una uralita y un sol pesado. Vacía el cenicero en una papelera. Abre el maletero y se asegura que está vacío. Que no ha cargado nada. Sube al coche. Primera. Segunda. Tercera. Cuarta. Y quinta. Látima no tener Seís marchas. Le apetece. Baja la ventana. Un ruído atronador no le deja escuchar el eco que le persigue.

300 Km en quinta. Baja la radio y sube la ventana. Bien parece que ya no lleva a nadie al rebufo. Sale de la autopista. A la izquierda. Toma todos los desvíos a la izquierda. Nunca a la derecha. La derecha no va a ninguna parte. Tiene sed. Se detiene en el primer pueblo que encuentra. Un pueblo de carretera secundaria. Apenas una calle. En un extremo un cartel de coca-cola. En el otro uno de San Miguel. Siente la llamada del Santo. Tras la barra un señor mayor, muy gastado y una cafetera. A los pies de la barra una capa de servilletas de bar arrugadas, huesos de aceituna y colillas. Observa que ninguna tiene restos de carmín y que en la zona parece que se fuma mucho tabaco negro. Pide una cerveza. Saca el móvil del bolsillo para comprobar que no tiene ningún mensaje ni ninguna llamada perdida. Comprueba su lista de teléfonos varias veces y se detiene en el de siempre.

En el quinto, un cenicero lleno de colillas, la mitad no están manchadas de carmin. Junto a él un móvil y el mando de un televisor. La Primera. La 2. Tv3, el 33. Y Tele 5. Esa tele hace unos días que solo coge 5 canales. Se pregunta si con un sexto le sería más fácil distraerse. Enciende un cigarrillo. Ponen un anuncio. Una mujer se arregla a toda prisa mientras un hombre coge el ascensor. Piensa en si debería arreglarse. Por si vuelve. Vacía el cenicero. Apaga la tele. Se pinta los labios. Abre el armario. Su ropa está allí. No se ha llevado nada. Enciende la tele. La Primera. La 2. Tv3, el 33. Y Tele 5. Seguro que en el sexto canal hacen algo interesante. La lavadora centrifuga el eco e los gritos ahogandolos con uun ruído atronador.

3.00 en el quinto. Baja la voz de la tele y se asoma a la ventana. Los mismos coches aparcados. Mira hacía la izquierda. Siempre a la izqierda. A la derecha solo un muro de ladrillo con unas pintadas fascistas. Tiene sed. Abre la nevera. Duda entre una coca-cola o una cerveza. Coge una cerveza. Saca el móvil del bolso para comprobar que no tiene ningún mensaje ni ninguna llamada perdida. Comprueba su lista de teléfonos varias veces y se detiene en el de siempre.

6 comments:

El detective amaestrado said...

Tanta velocidad y volvemos siempre al mismo sitio...

Mandarina azul said...

¡Que se llamen ya, por dios!

Zebedeo said...

El tercero, soy el tercero. O sea que a mi no me llamarás. Yo meto la primera, segunda, tercera, cuarta, quinta y después de 10 minutos tengo que cambiar la rueda porque pinché :)

nancicomansi said...

Todos esperando...pensando y esperando...pero ninguno da el primer paso...como dice Mandarina...

Andrés said...

La sexta es la vencida.

O la vencedora.

Deliciosa historia.

A.-

Adúlter said...

Vidas paralelas. O para-lelas, no sé. ;)

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