Un rostro demacrado por el dolor flota en el agua inmovil. Quizá es más antiguo el dolor, y es el dolor la causa de ese deterioro. Una lágrima cae y desfigura el reflejo de un rostro que un dia fue el ejemplo de la belleza. No es fácil para Teresa olvidar.
Él, aparentemente enamorado de ella de forma que mujer alguna nunca pudo imaginar ni en sueños adolescentes. Derrochó en ella y para ella una inmensa fortuna. Se rodeó de ella en todo momento, quería su hermosura siempre alrededor suyo. Hizo reproducir aquellas hermosas facciones por toda la casa. Ordenó a un famoso escultor un molde con la cara que iluminaba su vida para poder colocarla, esculpida en bronce, en todas las cornisas de roble que embellecían el techo de los salones de la casa. Tambien hizo esculpir unas hermosas cariátides en sensual postura que soportaban un techo decorado con querubines y nubecitas de algodón. Bajo él celebraron innumerables fiestas y recepciones. Una vez incluso hicieron venir expresamente a la Filármonica de Viena para amenizar una velada que se mantuvo en boca de todos los asistentes hasta muchos años después. Otra vez llenó el lujoso y monumental lavadero de cava. Teresa era tambien la modelo del gran fresco que a modo rubentino represantaba el baño primaveral de una ninfa rosada. El perfil de los enamorados aparecia también en los medallones de las puertas, aquí a modo de faraones egipcios, aquí con tocados victorianos, aquí con aire helenista. ..
La perfección de ese rostro, familiar y desconocido se le clavaba ahora como un puñal cada vez que su mirada se posaba en uno de ellos. La mujer retrada es la que él amó, y de ella no quedaba nada mas que aquellas copias crueles que evidenciaban el ocaso. El lago inmóvil de nuevo reflejaba un rostro agrietado, unas enormes bolsas bajo los ojos, una nariz enrojecida y en la que, como para ridiculizar todavía mas su decrepitud, habia aparecido ahora una berruga de la que brotaban un par de pelos negros a modeo de caricatura. Había perdido incluso el brillo de su mirada, Se lo llevó su hijo el dia de su encierro en el sanatorio. Su espalda se había encorvado protegiendo un voluminoso vientre y un pecho flácido. Su andar orgulloso no era ya más que un pesado arrastrar de pies.
Cansada y siempre al borde del silencioso llanto solitario, se incorporó con dificultad y rodeo el lago para dirigirse a la casa por ultima vez. El lago fue un regalo más de Ramón. Era un lago artificial en medio de un pequeño bosque. Un sendero lo bordeaba entre rosales, el sendero ahora casi habia desaparecido entre matorrales y zarzas que le arañaron las piernas. Se sentó en un banco de priedra alargando el momento, habian habido patos y cisnes deslizándose por aquella superficie verdosa. ¿Qué habria sido de ellos? Recordaba como se acercaban a ella en busca de pipas de calabaza. Al lado, una cueva artificial, abovedada y abierta al lago a modo de balcón de piedra. Seguia estando alli aquel “T’estimo. 3-IV-1889” que encontró pintado un día, poco después de que le dijera que por fin iban a tener un hijo. Le dieron ganas de reir. Mentiroso. Años mas tarde la cueva había sido complice de los numerosos romances furtivos del matrimonio. Besos robados y caricias apresuradas mientras la música y las risas de la fiesta se desparramaban por los silenciosos valles oscuros. En alguna de esas fiestas veraniegas habían estado alguna vez a punto de coincidir en la cueva, él con alguna chiquilla impresionada pos su poder y ella con alguno de sus pretendientes eternos. Ella se sabía aún bella, y él extremadamente poderoso, así ambos consintieron el adulterio del otro, no se sentian engañados, eran invulnerables y podian permitirselo todo.
Él la escogió a ella cuando volvio de Cuba convertido en un excéntrico dispuesto a ser la envidia de todos. Ella lo acepto a el despues de declinar numerosas ofertas de matrimonio. Él era rico y se lo ofrecía todo a ella envuelto de versos y canciones. Ella, joven e inocente, creyó en aquel amor que no era más que otro capricho del poderoso Sr. Ramon y sin saberlo, renuncia a toda felicidad. Ilusionado y satisfecho por haber conseguido la esposa más deseada de toda la comarca, compra medio Garraf, todavía inhabitado y cubierto de viñedos. En el centro de su propiedad, en la cima del Monc Fosc mando construir un Palacio. Fueron necesarios 5 años de duro trabajo para satisfacer al Señor Ramon. Una casa con rasgos clásicos, barrocos, árabes y coloniales, por que todo lo quería tener.
3 comments:
Qué historia más triste, de las que dejan un extraño sabor...
:)
ja ja si, pero más extraño es cuando te enseñan el palacio y te explica la historia un monje budista con acento de cordoba
jajaja...
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