Al lado de la estación en la que cojo el tren, tienen un cartel luminoso, de fondo negro y texto en rojo, en el que el ayuntamiento de ese pueblo anuncia sus actividades. Durante todo octubre alternaban varios mensajes “Festes de Tardor”, Cicle de Cine, lo típico de un pueblo, pero hubo uno que me llamó la atención:

4 de Novembre.

Inauguració del Nou Tanatori

Día tras día leí el texto y traté de imaginar en qué momento y qué personajes (no políticos) deciden asistir a la inauguración de un tanatorio.

¿Alguien que intuye que se va a morir?

¿Alguien que se quiere cargar a alguien?

¿Alguien que le apetece ir a merendar?

Otras veces traté de imaginar el discurso y el brindis de la inauguración

-¿Por que descansen en paz?

-¿Por que el nuevo Tanatorio sea un éxito?

¿Por que este sea el primero de muchos?

-¿Por qué hemos cumplido la promesa de solucionar el problema de la vivienda en el municipio?

Otros días traté de imaginar la música que pondrían, ¿marchas fúnebres. Requiems?

Otros días traté de imaginarme a mi misma en la inauguración, y no pude, no fui capaz de decidir como tenía que vestirme o maquillarme, pero tampoco me pude imaginar desnuda.

Traté de imaginarme a mi misma como encargada de organizar el evento. Qué difícil evitar caer en la tentación de organizar una fiesta de Halloween el 31 de octubre.  Y que difícil hacer una lista de invitados.

En fin, que le di vueltas y más vueltas, y el caso es que supongo que debe ser lógico inaugurar un tanatorio, lo que no se es si al primer cadáver lo homenajean como al primer bebé del año o algo así. ¿de hecho y si ese día no hay cadáver, lo piden a otro pueblo? ¿cogen a uno de mentira? ¿lo consiguen de “alguna manera”?

Claro que he visto en la prensa que anuncian una especie de Marina d’Or, una Ciudad de Muertos de lujo, así que no debía extrañarme demasiado, pero yo sigo dándole vueltas al tema estético. Debí haber ido.