Una montaña urbana atravesada por el incansable ruído de una fábrica rural. Un camino avanza entre dos hileras de colinas pespunteadas por postes eléctricos. Un pastor discute al móvil. ¿Como que no me podeís traer una pizza?
Un vagabundo de andar tarado baja de una colina arrastrando un carrito de la compra con una mano. En la otra lleva una bolsa IKEA. Se para en medio del camino. Rebusca entre sus cosas. Saca un joyero de alpaca ennegrecida. Ceremonioso le da cuerda. Cierra los ojos y abre el joyero. Suena la música. Se levanta la bailarina de plástico rosa. Le falta un trozo de tutut. La bailarina gira. Le faltan los brazos. El hombre la mira sonriendo. Grita. Me quiera. Me quiere. La cuerda tambien gira, cada vez más despacio. Poco a poco se aleja la música y la fábrica vuelve a subir el volumen. El hombre grita. No pares de bailar. No pares. Pero es inútil. Ella se para y le da la espalda. El hombre llora. Cierra el joyero, lo envuelve en un trapo sucio cualquiera y guarda el joyero en el carro.
El pastor sigue discutiendo. ¿Como no vas a poder traer una pizza si vienes cada noche a la urbanización de ahí abajo? Joder si solo hay unos metros más. Coño si desde la última casa se deben oir las ovejas. Si es que sois unos cabrones. Cuelga.
El vagabundo deja de girar cuando una mountain bike le pasa demasiado cerca demasiado rápido. Cabron.Grita. Las montañas giran a su alrededor y no puede ver a quien insulta. Tampoco le importa. Da otro trago, las colinas se paran, echa andar hacia la que le ha quedado más cerca. A sus pies una piedra. Te lo avisé cabrón. Escupe y sigue su camino.
8 comments:
Si es una historia rara... Linda, como lo lindo que puede ser un vagabundo por sendero cualqier uno...
Gracis por compartirlo.
Con las cosas que suceden en las ciudades se puede escribir una novela.
Todos somos vagabundos, con o sin cajita de la núsica, con o sin muñeca incompleta. Ni nos molestamos en pedir una pizza, como el pastor. No nos hace falta una bicicleta.
Pero que la cajita no deje de sonar.
Antes te lo he dicho en broma, que me matas. Pero ahora, después de leerte esto, te lo digo en serio: me matas. Me parece muy bueno.
¡Un beso, niña! Tus paseos no tienen desperdicio, veo. Y lo que nace después de ellos tampoco.
Pues si,contrastes a diario!... ayer vi a una rumana -creo- pidiendo limosna delante de la casa Batlló en Barna, con un montón de japoneses disparando las cámaras al edificio y ella sentada en la acera..con un conejo blanco, preciosísimo y muy bien educado, que no se movia,oye ! pero miraba a todos con curiosidad !...que pena no llevar la cámara y fotografiarlos a todos..la casa, los japos, la rumana, el conejo blanco...y mi cara de alucine :-)
Besos
Seguro que el vagabundo no sabe que aquí se habla de el... ¿Hablara alguien que nos ha visto por la calle de nosotros en su blog? Mmm...y nosotros no lo sabemos...(cara pensante)
Por cierto, me flipa el timbre que tiene el sonido de las cajas de musica.Seguro hay algun grupo que hace música así ¡Besos ESA!
si africanoaf la historia es rara pero era ya rara de origen...
je je si arcangel, tendremos que mponernos a ello
ñoco le bolo, no que no pare la música
gracias manda
ja ja gwynete en el banco de un poco más abajo se sienta un africano vestido con ropa africana que les canta a las japos que entran a Loewe "señora japonesa..." así con ritmo afro. Esq ue yo bajo a fumar por allí...
sr.miyagi, busque en goear "music box" y salen algunas cosas que le pueden interesar.
Pues me ha encantado esta historia, tan real como la vida misma...lo que pasa es que muchas veces no nos paramos a mirar, a observar a nuestro alrededor. Gracias, Esa, por hacerlo.
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