El sábado salí. No me apetecía mucho ni me iba demasiado bien gastarme el poco dinero que me quedaba pero hacía días que no veía una pareja de amigos. Lo bueno del verano es que vestirte es fácil y rápido y no hace falta maquillaje, eso facilita bastante la decisión. Cenamos unas tapas en un Gallego y nos bebimos unas botellas de turbio. El grupo, abogados, procuradores, una inspectora de hacienda y yo que no se sabe muy bien que soy. No tarde mucho en hacer una bromita tonta: “jo, es una buena noche para tener un problema”. Bocazas. La conversación de alto contenido político. Un lado de la mesa era de derechas. Otro lado, el mio, de izquierdas. Uno de los de derechas, me pareció un fascista trasnochado y retógrado que centró sus bromas (¡durante más de una hora!) en tachar de masón a uno de sus amigos. Las otras mesas, ocupadas sobretodo por looks Amelie Poulan se giraban y alargaban el cuello para ver quién era áquel personaje, ya que costaba creer que alguien así cenara en una terracita del barrio más cool y progrepija y con un sistema anti-sistema de Barcelona. A mi lado, un abogado sudamericano, tambien en tono de broma, se manifestaba amigo de la masoneria y a lo largo de la noche se mostró ambiguo acerca de su pertenencia o no a la logia. En fin, que tendré que buscar en el google “masoneria” y leerme la explicación de la vikipedia ya que no recuerdo muy bien lo que era e igual tengo que apuntarme, ¿por que supongo que aceptaran mujeres verdad?.
Después fuímos a tomar unas copas, no muchas, que era un grupo formal. Entramos en el bar de un conocido. El sábado tocaba salsa, no es mi música favorita y mucho menos cuando corres el riesgo de que alguien te saque a bailar a 40ºC, así que a la que pude trepé a un taMburete (taMburete es correcto y viene de taMbor). Y de ahí no me moví, o casi, y a la que lo hice, por tan solo unos segundos para decirle algo a alguien, me robaron el bolso. Vet aquí el problema. Al momento se sospechó de un africano que había saludado a uno de los abogados que le había asistido de oficio, le había pedido su tarjeta y se había ido corriendo. Eso me dió rabia. No lo habiamos visto, no teníamos derecho a, de entrada desconfiar de él aunque las estadísticas hablan. Movilización. Uno de los abogados conocía un bloque en el que viven unos 400 subsaharianos. A mi no me parecía buena idea buscar a alguien de madrugada y reclamarle un bolso robado delante de 399 colegas pero aún así tratamos de encontrar el edificio (ruinoso) en cuestión. Afortunadamente no hubo suerte y no tuvimos más remedio que ir a la comisaria del Antes Chino-ahora Raval.
De camino, cancelé tarjetas, boloqueé el móvil etc. Pobre chaval, no tuvo buen ojo, yo llevaba unos 10 euros, un móvil barato y tres tarjetas que no servían para nada ya que, a 29 de julio, una estaba en números rojos y las otras dos pasadas de límite. Le denegaron hasta un abono de metro. Que mala suerte el chaval que si lo enganchan va a pillar igual y se habrá llevado unas llamaditas hasta que corté la linea y unos tickets-restaurant. Ni siquiera un paquete de tabaco.
Cuando llegamos a la comisaria eran las 2, temprano, estaba tranquila pero poco a poco se iba animando. Atracos con fuerza. Peleas. Malos Tratos. Trapicheos…Vamos que lo de mi bolso era una chorrada. Pero aún así, es una putada, en mi bolso iba el monedero de una amiga, y ella si llevaba más cositas. Para mi, el principal problema eran las llaves, ya que no estaba muy claro que alguien tuviera una copia y estuviera localizable un sábado por la noche y se pudiera despertar el domingo temprano. Y es que, aparte de que vivo ahí y tarde o temprano tendría que volver, en mi casa me esperaba la Kenia, mi perra, y tal como se presentaba el tema podía ser que cuando por fin llegara a casa me la encontrará destrozada o que los vecinos me denunciaran por los ladridos. Y según como, eso después de tener que llamar a un cerrajero de urgencia (600€) o encontrar a un “silencioso” de esos que abren cualquier puerta sin hacer ruido ni grandes destrozos, pero claro, eos no salen en las páginas amarillas.
A las 5 de la mañana desperté a mi hermano (putadón) y al ver que su copia de mis llaves no era la buena, me dormí en su sofá. Por la llamana localicé a una amiga. Recordaba que por casualidad ella tenía unas llaves. Las encontró. Me las tiró por el balcón. Cuidado no se vayan a colar en la rejilla. Se colaron en la rejilla. Le dió un ataque de risa. Me tiro unas pinzas de cocina. Ahora se romperán. Se rompieron. Se moría de risa. Yo tenía ganas de llorar. Con una de las patas pude coger las llaves. Eran las 12 de la mañana.
Antes de abrir la puerta me recibió un olor extraño. Vaya. La Kenia no se ha aguantado. Espero que el drama no sea espectacular. Abrí la puerta. El suelo del recibidor estaba encharcado. La perra no vino a saludarme. Que extraño. Ufff. Esto huele un poco raro. Esto no es pipi de perro. Busque el origen del charco. Un botellero. Una botella de vino abierta. Un blanc pescador color pipi de perro. Busqué a la Kenía, estaba profundamente dormida. La llamé. Abrió un ojo y movió un poco la cola. Siguió durmiendo. Volví al botellero. La única botella abierta estaba en su sitio solo que sin el corcho. Encontré el corcho, intactó. ¿Será posile que esta perra se haya abierto una botella de vino? Y yo preocupada y ella en plena borrachera.
En fin, que si no me quedaba mucha vida personal y poco futuro laboral. Ahora tambien me he quedado sin datos objetivos. Me han quitado mi nombre, nº de dni, fecha de nacimiento, numero de teléfono, permiso de conducir…
Mañana: algo corto
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